Este blog surge tras la lectura por parte de l@s alumn@s del libro de Gemma Lienas El diario violeta de Carlota. Los artículos publicados a continuación son reflexiones de alumn@s de 4º de la ESO y 1º de Bachillerato sobre el machismo que aún está presente en nuestra sociedad. Es, por lo tanto, un obsevartorio contra en machismo. Agradecemos de antemano a tod@s l@s lectores/as del blog ajen@s al proyecto su interés. Hay que añadir que aparecerán errores con la ortografía y la gramática que irán solventando l@s alumn@s como ejercicio de evaluación.


domingo, 28 de junio de 2009

“SI NO ERES PARA MI…NO ERES PARA NADIE”

Empecé con él con tan solo diecisiete años. Se llamaba José y era el chico más deseado de todo el instituto. A mí me gustaba pero no lo suficiente como para entablar con él una relación de algo más que amigos, ya que lo veía un “chulo”

Por lo visto, José se empezó a interesar por mí y para que engañarnos yo me sentía atraída por él; por este motivo comenzó una bonita amistad.

Pasaba el tiempo, y cada vez me sentía más a gusto, era muy cariñoso y me trataba como una reina.

Comenzamos a salir, cada vez estaba más enamorada de él y tenía muy claro que nada ni nadie nos iba a separar. Pero a los ocho meses todo comenzó a cambiar. Fue el día que yo cumplía dieciocho años; mis amig@s me montaron una fiesta inolvidable, donde invitaron a gran cantidad de conocidos. Yo estaba muy feliz pero cada vez que lo miraba mi sonrisa desaparecía puesto que su rostros solo reflejaba seriedad.

Al día siguiente hablé con él, estaba muy enfadado por que no soportaba ver a tanta gente encima de mí. Se enfadó muchísimo, pero no le di importancia y pensé que tendría un mal día. A partir de este momento fue una discusión tras otra, en las que él se volvía muy agresivo incluso una vez se atrevió a levantarme la mano. Yo sabía que esa noche él había bebido mucho con lo cual le atribuí ese arrebato a los efectos del alcohol. Al día siguiente me pidió perdón y me aseguró que nunca volvería a pasar… yo le creí, ya que cada vez que le miraba me daba cuenta de todo el amor que sentía por él.

Pasó el tiempo y decidimos casarnos todo fue bien al principio, las típicas discusiones de pareja, en las que él siempre tenía la razón. Era normal que se enfadara conmigo, si cuando yo llegaba de trabajar no me daba tiempo a tener la comida preparada o la ropa que se tenía que poner sin planchar, o que se enfadaba por que no quería que trabajara puesto que los hombres me miraban mucho. También se enfadaba si no llevaba la ropa adecuada y si me pintaba de forma “descarada”. Por ello siempre intentaba hacerle caso para hacerle feliz, ya que con todo el amor que yo sentía hacía él era lo mínimo que podía hacer.

Un día cuando se enteró que estaba embarazada me dio un empujón y caí al suelo. Él pensaba que el niño podía ser de algún compañero de la oficina, sin embargo le conseguí quitar esa idea de la cabeza. Me pidió perdón y me prometió que no volvería a pasar…yo le creí.

Fue un embarazo un tanto complicado; tuve varias amenazas de aborto causantes de las palizas que me daba. Lo cierto es que me lo merecía ya que no quería dejar de trabajar porque prefería disponer de más dinero y más tiempo para cuando naciera el niño.

Nació nuestro hijo y cada vez que le parecía algo mal referente al niño me chillaba y me pegaba. Yo me sentía realmente mal, confusa, ya que era el padre de mi niño y la persona que amaba. Sin embargo a veces me preguntaba si el sentía algo por mi.

Mi vida comenzó a cambiar; el niño creció y mi deseo era reincorporarme a mi puesto de trabajo. Esto trajo consigo otra paliza y otra y otra… José sentía celos, odio por el resto de las personas que estaban a mi alrededor, incluso odiaba a nuestro hijo porque decía que le proporcionaba toda mi atención. Yo lloraba sin consuelo, y no entendía como una persona que quería tanto me podía hacer eso. Me pidió perdón y me prometió que no volvería a pasar…yo le creí.

Un día llegó a casa gritando que me había visto con un hombre; me cogió delante del niño y comenzó a darme una brutal paliza. Estaba en el suelo, sentía como la sangre se deslizaba por mi pómulo, y mi cuerpo todo dolorido no podía moverse. Encerró al niño en su habitación, y sin mediar ninguna palabra más, comenzó a violarme. Me violó alrededor de ocho veces. La vagina estaba completamente desgarrada y mis sentimientos destrozados

Por la mañana, cuando desperté no le escuché en casa, abrí los ojos y allí estaba mi niño de cinco años con los brazos y la cara moreteada diciéndome que no me preocupara que él estaba a mi lado para protegerme.

Mi corazón estaba roto en mil pedazos al ver como la persona que más había querido, estaba haciendo de mi vida una verdadera pesadilla. Y como no, tenía que evitar que la vida de mi hijo también lo fuera. Por este motivo después de cientas palizas, me armé de valor y nos fuimos de casa. Sentía miedo, terror, no quería denunciarle por lo que pudiera ocurrir, no solo por mí sino por nuestro hijo y el daño que le pudiera hacer.

Recurrí a mi hermana, ella me abrió las puertas de su casa y me dio todos los cuidados necesarios tanto para mí como para mi hijo. Pero llegó el día que me encontró en medio de la calle, y sin pensárselo me asestó tres puñaladas y agredió también a nuestro hijo. Tan solo me acuerdo de su rostro en el mío gritando: “¡¡Eres para mí!! Estuve un mes en coma, del que por fin me recuperé. A él le condenaron a tres años de prisión, y a una orden de alejamiento de 200 metros. Me sentía segura, pero a la vez con miedo, puesto que sabía que si salía iba a ir a por mí, y esta vez no fallaría.

Pasó el tiempo y rehice mi vida, esta vez con una persona maravillosa, el cual me daba todo lo que necesitaba e incluso reconoció a mi hijo como suyo. Viví con él muy feliz durante dos años. Había escuchado comentarios que José había salido de la cárcel, pero no tenía miedo, estaba dispuesta a luchar contra todo y contra todos. Ya no era la chica inocente la cual se creía sus miles de promesas y le perdonaba todo lo que hacía, no, ahora era una persona nueva, fuerte y segura de que nadie le podía tirar por el suelo.

Hoy, estoy caminado por la calle con mi pareja y mi hijo, comienzo a ir más deprisa por que presiento que algo no va bien… escucho mi nombre y el frío recorre todo mi cuerpo, era él, no quiero mirar hacia detrás, y continuo con mi camino…de repente…¡¡PUM, PUM!! Dos tiros han alcanzado mi cuerpo, uno en la cabeza y otro en mi corazón…comienzo a verlo todo negro, mi vida está pasando delante de mí, mi infancia, mi juventud, cada grito, cada bofetada, cada violación y me preguntó si es esto lo que me merezco y si durante 29 años he sido feliz y compruebo que él ha sido el que me ha arrebatado mi felicidad. Hoy me arrepiento de no haber actuado antes, de haber sido tan ingenua y no querer ver lo que realmente me estaba sucediendo. Podía haber denunciado, haber pedido ayuda…sin embargo no lo hice…y este error me ha llevado a esto. Escucho voces, mi niño gritando que me quiere, que no me valla llorando sin desconsuelo.

Escucho pasos, mi asesino se acerca e instante antes de morir me susurra: “SI NO ERES PARA MI…NO ERES PARA NADIE” y finalmente fallecí.

REFLEXIÓN BREVE.
En primer lugar, me gustaría dedicar esto a todas las mujeres que sufren cada día maltrato de género, y a todas las que hoy no están con nosotros.

En mi opinión, todas las personas tenemos los mismo derechos, nadie es más que nadie por su sexo, raza o posición social, por este motivo todos debemos ser respetados. Hoy en día existen gran cantidad de mujeres maltratadas, leyes, penas de cárcel, órdenes de alejamiento… pero nada evita que esto siga sucediendo.

Bajo mi punto de vista, es algo cultural que el hombre tenga que “llevar los pantalones en la casa” cosa que no estoy de acuerdo, pero independientemente de que su educación sea así, nadie tiene derecho a infravalorar a una persona, y sobretodo no respetarla.

En la actualidad las mujeres estamos en el mismo escalón que los hombres, aunque gran cantidad de personas no lo respeten. Cada día mujeres y hombres luchan para que sea así que no exista ni machismo ni feminismo sino igualdad entre ambos sexos, y si todos luchamos se podrá conseguir.
Desde aquí, aunque tan solo tenga 17 años hago un llamamiento a mujeres y chicas adolescentes (que las hay) que sufran maltrato tanto físico como psicológico que denuncien, pidan ayuda que siempre se les va a proporcionar. ÁNIMO
Artículo de: M.E.C. 1º de Bachillerato
IES Hermanos Amorós

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